Mi nombre es Isabel, soy Hija de la Caridad. (Os doy unas pinceladas de nuestra historia…)
La “Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, Siervas de los Pobres”, fundada por Vicente de Paul y Luisa de Marillac, estamos llamadas a servir a Jesucristo en la persona de los pobres y marginados, con un espíritu de humildad, sencillez y caridad. Impulsadas por este amor y sostenidas por una profunda vida de oración, vivimos en comunidad de vida fraterna, ayudándonos unas a otras en nuestra misión común de servicio; servicio que se dirige a la persona en todas sus dimensiones humanas y espirituales…
Reconocida en la iglesia como Sociedad de Vida Apostólica, actualmente la Compañía está presente en 93 países, en los cinco continentes. Las Hijas de la Caridad de la Provincia de Madrid Santa Luisa (a la que pertenezco) y los Salesianos SDB Madrid, inauguraron en 2008, el Centro de Atención a jóvenes Pinardi-Lumbre, situado en la Puerta del Sol de Madrid donde desarrollamos las diferentes áreas de trabajo para atender a la infancia y la juventud.
“LOS POBRES, QUE SE MULTIPLICAN TODOS LOS DÍAS, QUE NO SABEN A DÓNDE IR NI QUÉ HACER, CONSTITUYEN MI PESO Y MI DOLOR”.
En estas palabras de San Vicente de Paul, encuentro la fuerza y el sentido de este servicio, como Trabajadora Social, que me posibilita afrontar la adversidad y complejidad del día a día desde la acogida, la calidez en el trato, la aceptación y el respeto, el acompañamiento paciente y la riqueza del trabajo en equipo, … ¡los pilares básicos de cada jornada!
Estamos ante un contexto deshumanizador en donde la pérdida de derechos es lamentable y la responsabilidad de los deberes se repliega en la desesperanza y la decepción. Las consecuencias son dramáticas, lo que está provocando esta crisis, nos afecta y nos duele: el sufrimiento de las personas, y muy especialmente de las personas más vulnerables, ya sea las que acuden al Centro, o las que visito en la Prisión de Alcalá Meco, una vez al mes.
Desde la humildad, por medio de alianzas y planes de intervención compartidos, ofrecemos un nuevo modo de hacer trabajo en red, en donde la persona es el centro, y los recursos de todos, están a su servicio, al servicio de su proceso de autonomía y participación.
Estoy convencida de que, al ofrecer nuestros hilos y colores para tejer junto a otros, logramos respuestas más ricas y coherentes, respuestas que a la vez activan la corresponsabilidad de toda la sociedad.
El tramo del camino recorrido durante el 2020, no libre de dificultades, me ha regalado experiencias significativas de recuperación del ánimo y de la motivación, de liberación y respeto, de confianza y superación, de reconocimiento y aceptación de la propia verdad, de reconciliación personal y en algunos casos, familiar.
Desde Pinardi-Lumbre optamos por las personas más necesitadas, la preferencia por los últimos entre los últimos, siendo consciente de que cada ser humano es amado entrañablemente por el Dios de Jesús y nuestro servicio, debe ser la manifestación y comunicación de este “amor afectivo y efectivo”.