Hace seis años que llegaba a “Las Naves” (Alcalá de Henares) y me parece mentira que haya pasado tan rápido todo este tiempo. Ahora, casi a punto de irme a Ciudad Real, miro esta etapa desde el espejo del retrovisor y no puedo por menos de sentir agradecimiento –y también, nostalgia– por todo lo vivido y compartido durante estos años. Cuando llegué no sabía bien del todo a lo que me enfrentaba y lo que me esperaba; lo fui descubriendo poco a poco y, sin duda, ha merecido la pena.
He tenido la suerte de comprobar de primera mano la implicación, el cariño y el trabajo sacrificado de tantos educadores que con gran profesionalidad dan lo mejor para hacer más humana y digna la vida de tantos chicos y chicas (también adultos) que cada día pasan por Las Naves, tratando de sembrar su presente y su futuro de oportunidades.
Y no sólo he conocido Las Naves; he tenido la oportunidad de conocer la realidad global de Pinardi y también de Boscosocial, nacida en estos años, siendo testigo de la cantidad ingente de programas, proyectos, iniciativas, educadores, reuniones, trabajo de gestión, etc… al servicio de las personas más vulnerables. Y todo ello, tratando de ser prolongación de aquello que Don Bosco vivió con sus chicos recogidos de los arrabales de Turín, siendo para sus vidas rotas hogar cálido y futuro prometedor.
Aunque el trabajo de gestión, coordinación, (¡cuántas reuniones!) ha sido abundante, he intentado estar próximo a los chicos, chicas y familias, tratando de conocer su realidad y favoreciendo su crecimiento. Me llevo muchos momentos compartidos con ellos y su cariño manifestado de muchas maneras en el día a día.
Claro está que no todo ha sido maravilloso; también ha habido momentos difíciles. Muchas veces he experimentado el dolor de la impotencia ante oportunidades no aprovechadas, ante conflictos que generan mucho desgaste, ante situaciones en las que no tener muy claro cómo actuar… Pero sin duda han sido mucho más abundantes los momentos buenos que los malos.
He tratado de favorecer la corresponsabilidad y el trabajo coordinado entre todos los que cada día habitamos Las Naves en unos programas o en otros, en unas tareas o en otras. Por supuesto, que queda camino por recorrer, pero creo que todos hemos crecido en ese sentir común de estar en la misma barca y remar en la misma dirección.
Estoy convencido de que, después de estos años en Las Naves, he crecido en sensibilidad y en sentido de pertenencia a esta realidad de las plataformas sociales y el ingente trabajo que se desarrolla en ellas al servicio de tantas personas. He salido reforzado en mi vocación salesiana convencido de que vivir el sueño de Don Bosco merece la pena y que es capaz de llenar de sentido una vida.
Creo que Las Naves tienen mucho futuro y tienen mucho que seguir aportando a tantas personas que cada día la habitan y la seguirán habitando. A todos con los que he compartido vida y misión: ¡Gracias, perdón y mucho ánimo!
Antonio Esgueva