Mi experiencia en Valora comienza unos años atrás. Me recuerdo como una niña caprichosa e inmadura que no entendía muy bien el porqué los educadores estaban tan encima de nosotros. Nunca había vivido nada igual y eso me enfadaba. Me agobiaba el hecho de que me preguntaran y quisieran saber todo sobre mí. No sabía cuál era su fin y yo sólo pensaba que querían meterse en lo que no les importaba. Era todo tan “raro” allí. Un ejemplo: al recreo lo llamaban “descanso” y era en una sala de juegos (algo que nunca antes había visto). Allí jugábamos al futbolín, al ping-pong y a todo tipo de juegos de mesa.
El hecho de no salir del centro en los descansos hacía que se crearan más vínculos entre los alumnos. También me extrañaba que nos dieran los Buenos Días cada mañana. No eran unos simples buenos días, si no un relato que nos hacía reflexionar sobre nuestra vida.
A lo largo del curso fui entendiendo que los educadores con los que trataba no eran enemigos sino aliados y pude entender que lo único que buscaban era hacerme entender que tenía que empezar a labrarme mi propio futuro. Desde el momento en que entré en razón, mi experiencia en Valora cambió totalmente y gracias a eso al terminar el curso comprobé que podía superar cualquier obstáculo. Cambié, seguía siendo una niña sí, pero mucho más madura, segura de mí misma y por supuesto mucho más responsable.
Seguí estudiando el segundo año de P.C.P.I. en otro centro (totalmente diferente) y eché en falta todo aquello que al principio me molestaba de Valora. Aprobé el curso y posteriormente decidí dejar los estudios y empezar a trabajar. Pasados tres años recibí una llamada, ¡era de Valora! De nuevo me daban la oportunidad de poder seguir formándome, esta vez en un nuevo Grado Medio de Estética y Belleza que habían iniciado hace poco.
Hoy, puedo decir que he vuelto a Valora y estoy contenta de poder seguir estudiando aquí. Siento que no he vuelto a un centro cualquiera. ¡Siento que he vuelto a casa!
Estefanía Pallé – Alumna de Grado Medio de “Estética y Belleza” (Valora)