Esa pregunta típica que te hace el profesor en algún descanso de clase o cuando está cabreado contigo es lo que me pasó a mí. La verdad que mi respuesta fue nula ya que estaba pensando en lo que iba a hacer en el parque esa misma tarde.
Si tuviese la edad con la que me lo preguntaron me sorprendería verme ahora de educador, pero gracias a eso puedo reflexionar sobre qué tipo de educador quiero ser, ya que en ese momento pensaba como alguno de mis chicos.
Empezar diciendo a los chicos que no me llamasen “profe” era el primer paso, el siguiente que supiesen mi nombre, y ahora… ser yo mismo.
Para nada creo que sea difícil ser yo mismo, es más, creo que es necesario.
La sociedad nos marca que un educador debe de ser exigente, que exista una distancia, pero hay otro tipo de educador. Yo voto por el educador que tiene unos parámetros amplios para educar y actuar de la manera que necesiten los chicos, al fin y al cabo, el objetivo como decía Don Bosco es que se sientan como en casa.
¿Para qué crear una figura de educador exigente, cuando nos tenemos que adaptar nosotros a ellos? El chaval busca un sitio donde sentirse querido, solamente eso, aparecerán objetivos secundarios como el de aprobar el curso, pero que las puertas estén abiertas es lo más importante.
Por último, creo que en nuestros centros puede haber futuros educadores que ahora mismo resalten por su mala conducta. Puede que tiremos la toalla porque llevan mucho sin venir o simplemente no hacen lo que queremos, pero lo más seguro, es que alguno sea un educador que siempre haya visto las puertas abiertas y que crea en el modelo educativo que le hizo cambiar.
Sanvi, educador del centro de Día de la plataforma Pan Bendito-Carabanchel